Pesimismo de Fondo
Los escenarios pesimistas que proyecta el FMI para 2019: caída del PBI del 6,3 por ciento o inflación del 49,9 por ciento
Hasta ahora, el Gobierno y los medios difundieron las “hipótesis optimistas” del FMI para el 2019: caída del PBI del 1,7% e inflación de 32%. Pero ocultaron las “hipótesis pesimistas” que PáginaI12 da ahora a conocer: caída del PBI del 6,3% e inflación de casi el 50%
Christine Lagarde, titular del FMI. Los escenarios pesimistas de junio fueron superados por la realidad. Esta vez advierten sobre un probable colapso.
El Fondo Monetario Internacional incluyó en su staff report un conjunto de posibles escenarios de crisis para la economía argentina. Las estimaciones conforman la evaluación del FMI sobre los riesgos asociados al endeudamiento que arrastra el país. El pronóstico más pesimista contempla una contracción de hasta 6,3 por ciento en el PBI durante 2019. Los técnicos del Departamento para el Hemisferio Occidental anticipan que esa inédita recesión combinada con un aumento en las tasas de interés de Estados Unidos y un nuevo salto en el tipo de cambio dispararía el peso de la deuda hasta el 116 por ciento del PBI. A pesar de los riesgos identificados en su informe, el Fondo reivindica la confianza en su escenario exitoso. Allí el nivel de actividad cae un 1,7 por ciento y la carga de los pasivos termina en 72 por ciento del producto el próximo año. Los colaboradores de Christine Lagarde concluyen que “la deuda argentina es sustentable, pero no con alta probabilidad”. Con ese diagnóstico, el viernes pasado se aprobaron las modificaciones al acuerdo solicitadas por las autoridades argentinas. Ayer se concretó el primer desembolso por 5700 millones de dólares que ingresaron a las reservas internacionales del Banco Central (ver aparte).
Recluidos a la última página del informe, los escenarios de crisis dan forma al denominado “Análisis sobre la Sustentabilidad de la Deuda”. El ejercicio elaborado por los técnicos del FMI pretende evaluar la viabilidad del acuerdo stand-by frente a distintos eventos negativos como un incumplimiento en las metas del programa de austeridad, una nueva corrida cambiaria, un inesperado incremento en las tasas de interés o un frenazo en el nivel de actividad. Atentos a sus pifies habituales, el staff report enumera una serie de riesgos para la sostenibilidad de la deuda. Destaca una recesión más profunda que la esperada como resultado del ajuste, cambios inesperados en la política monetaria internacional, la incapacidad para recuperar el acceso al financiamiento internacional y las elecciones presidenciales del año próximo.
Como sucedió en junio cuando se concretó el primer acuerdo, los técnicos del organismo se abrazan, sin embargo, a su escenario base. Aquellas proyecciones estuvieron tan erradas que el nuevo pronóstico optimista es peor que el escenario más adverso previsto apenas cuatro meses atrás. Las proyecciones agoreras difundidas a mediados de año preveían un 2019 con crecimiento nulo (0,0 por ciento), una inflación del 20,8 por ciento y una leve apreciación en el tipo de cambio que colocarían la deuda en el 65,4 por ciento del PBI. Bajo los nuevos parámetros, si las cosas “salen bien” el año próximo el nivel de actividad caerá 1,7 por ciento, la inflación terminará en 32,5 por ciento y la deuda alcanzará el 72 por ciento del PBI. Pero, como se mencionó al comienzo, si Argentina se sale del libreto por los múltiples riesgos internos y externos, la economía puede caer hasta 6,3 por ciento. En la crisis de 2002 el producto se desplomó 10,9 por ciento y, según las estimaciones revisadas por el Indec, en 2009 se registró una caída del 6,0 por ciento.
Entre los supuestos detrás de sus estimaciones del Fondo si vuelven a “pasar cosas” se contempla que, por ejemplo, una nueva devaluación donde la cotización del dólar escale hasta un 50 por ciento colocaría la inflación hasta el 49,9 por ciento en 2019. Las cifras contempladas por el Fondo para evaluar la sustentabilidad de la deuda más que duplican el aumento del 23 por ciento incluido en el proyecto de Presupuesto 2019. En el resto de los escenarios adversos previstos contemplan incumplimientos en la reducción del déficit fiscal, aumentos en las tasas de interés reales y una fuerte caída en el nivel de actividad donde los precios marcarían subas menos pronunciadas que la gatillada por una devaluación. Frente a esos shocks la inflación rondaría entre 31,4 y 32,5 por ciento.
“La consolidación fiscal es crítica para estabilizar el nivel de deuda”, destaca el FMI al reconocer que el recorte en el gasto público tiene como objetivo garantizar el repago de los vencimientos de intereses. “Si el resultado primario se mantiene inalterado en su nivel de 2018 (-2,7 por ciento del PBI), la deuda se mantendrá estable en el 79 por ciento para 2023. Un choque ‘macro-fiscal combinado’ causaría que la deuda escale el 116 por ciento del PBI”, sostiene el documento al describir su peor escenario negativo.
Recluidos a la última página del informe, los escenarios de crisis dan forma al denominado “Análisis sobre la Sustentabilidad de la Deuda”. El ejercicio elaborado por los técnicos del FMI pretende evaluar la viabilidad del acuerdo stand-by frente a distintos eventos negativos como un incumplimiento en las metas del programa de austeridad, una nueva corrida cambiaria, un inesperado incremento en las tasas de interés o un frenazo en el nivel de actividad. Atentos a sus pifies habituales, el staff report enumera una serie de riesgos para la sostenibilidad de la deuda. Destaca una recesión más profunda que la esperada como resultado del ajuste, cambios inesperados en la política monetaria internacional, la incapacidad para recuperar el acceso al financiamiento internacional y las elecciones presidenciales del año próximo.
Como sucedió en junio cuando se concretó el primer acuerdo, los técnicos del organismo se abrazan, sin embargo, a su escenario base. Aquellas proyecciones estuvieron tan erradas que el nuevo pronóstico optimista es peor que el escenario más adverso previsto apenas cuatro meses atrás. Las proyecciones agoreras difundidas a mediados de año preveían un 2019 con crecimiento nulo (0,0 por ciento), una inflación del 20,8 por ciento y una leve apreciación en el tipo de cambio que colocarían la deuda en el 65,4 por ciento del PBI. Bajo los nuevos parámetros, si las cosas “salen bien” el año próximo el nivel de actividad caerá 1,7 por ciento, la inflación terminará en 32,5 por ciento y la deuda alcanzará el 72 por ciento del PBI. Pero, como se mencionó al comienzo, si Argentina se sale del libreto por los múltiples riesgos internos y externos, la economía puede caer hasta 6,3 por ciento. En la crisis de 2002 el producto se desplomó 10,9 por ciento y, según las estimaciones revisadas por el Indec, en 2009 se registró una caída del 6,0 por ciento.
Entre los supuestos detrás de sus estimaciones del Fondo si vuelven a “pasar cosas” se contempla que, por ejemplo, una nueva devaluación donde la cotización del dólar escale hasta un 50 por ciento colocaría la inflación hasta el 49,9 por ciento en 2019. Las cifras contempladas por el Fondo para evaluar la sustentabilidad de la deuda más que duplican el aumento del 23 por ciento incluido en el proyecto de Presupuesto 2019. En el resto de los escenarios adversos previstos contemplan incumplimientos en la reducción del déficit fiscal, aumentos en las tasas de interés reales y una fuerte caída en el nivel de actividad donde los precios marcarían subas menos pronunciadas que la gatillada por una devaluación. Frente a esos shocks la inflación rondaría entre 31,4 y 32,5 por ciento.
“La consolidación fiscal es crítica para estabilizar el nivel de deuda”, destaca el FMI al reconocer que el recorte en el gasto público tiene como objetivo garantizar el repago de los vencimientos de intereses. “Si el resultado primario se mantiene inalterado en su nivel de 2018 (-2,7 por ciento del PBI), la deuda se mantendrá estable en el 79 por ciento para 2023. Un choque ‘macro-fiscal combinado’ causaría que la deuda escale el 116 por ciento del PBI”, sostiene el documento al describir su peor escenario negativo.
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