“Hay que recuperar la dirección política”
Mario Pecheny, politólogo
El doctor en Ciencia Política por la Universidad de París III Mario Pecheny se presenta como candidato para representar al área de Ciencias Sociales y Humanidades en el directorio del Conicet. Pecheny se especializa en derechos humanos y política en relación con la salud, el género y la sexualidad y es docente de la Universidad de Buenos Aires. Para revertir la “crisis” del sistema científico, asegura, “hay que recuperar la dirección política del Conicet”.
–¿Cómo llega el Conicet a esta elección de directorio?
–El Consejo, y el sector científico tecnológico en general, están en crisis. En parte por la restricción presupuestaria, pero también porque forman parte de una política de gran improvisación, que produce mucho malestar e incertidumbre en la comunidad científica. Este es un momento clave: o bien el Conicet recupera su papel, es decir que consolida las líneas de investigación y a sus trabajadores, o lamentablemente se va a hipotecar una vez más algo que ha costado muchos años construir. Y si nuestro Estado no lo aprovecha, lo van a hacer otros países, porque todos seríamos un capital humano muy bienvenido en muchos lugares.
–El rol de las ciencias sociales fue particularmente puesto en cuestión desde el inicio de los recortes en el Conicet..
–Sí. Está circulando un discurso ingenuo o cínico de pensar la ciencia sólo como un insumo para aplicar en algo que sea “útil” o que permita ahorrar dinero al Estado, pero es una visión errada, porque la ciencia no procede de esa manera. Hay una incomprensión de lo que es útil o no en ciencia. Por ejemplo, con mi equipo estamos investigando sobre esperas en el amor. Uno puede preguntarse qué tiene de útil. El equipo encontró que en parejas jóvenes, la demora en la respuesta a los mensajes de WhatsApp suele dar origen a situaciones de violencia, lo que derivó en detectar escenarios de algo tan relevante como violencia de género.
–En su plataforma propone ampliar las becas posdoctorales a 3 años y que se reserve el 25 por ciento de todas las convocatorias para el área de Ciencias Sociales y Humanidades. ¿Qué otras propuestas llevará al directorio si es electo?
–La idea es llevar la voz de quienes hacemos el oficio de investigar, que es fundamental para que el directorio pueda tomar políticas, por ejemplo, frente al absurdo control de presentismo que promueve el Ministerio de Modernización. Cualquiera que conoce el oficio sabe que un historiador cuando está trabajando está en el archivo, o alguien que hace etnografía está en el campo. El presentismo y el exigir cumplir un horario de oficina en este caso no es algo que promueve la productividad, sino que atenta contra ella. Es importante reconocernos como trabajadores, como parte de un oficio que tiene sus particularidades. Hay que recuperar la dirección política del Conicet con una mirada desde el oficio y enfrentar los poderes que tienen un criterio puramente mercantil, que atentan contra la propia eficacia, eficiencia y calidad de nuestro trabajo.
–¿Cómo llega el Conicet a esta elección de directorio?
–El Consejo, y el sector científico tecnológico en general, están en crisis. En parte por la restricción presupuestaria, pero también porque forman parte de una política de gran improvisación, que produce mucho malestar e incertidumbre en la comunidad científica. Este es un momento clave: o bien el Conicet recupera su papel, es decir que consolida las líneas de investigación y a sus trabajadores, o lamentablemente se va a hipotecar una vez más algo que ha costado muchos años construir. Y si nuestro Estado no lo aprovecha, lo van a hacer otros países, porque todos seríamos un capital humano muy bienvenido en muchos lugares.
–El rol de las ciencias sociales fue particularmente puesto en cuestión desde el inicio de los recortes en el Conicet..
–Sí. Está circulando un discurso ingenuo o cínico de pensar la ciencia sólo como un insumo para aplicar en algo que sea “útil” o que permita ahorrar dinero al Estado, pero es una visión errada, porque la ciencia no procede de esa manera. Hay una incomprensión de lo que es útil o no en ciencia. Por ejemplo, con mi equipo estamos investigando sobre esperas en el amor. Uno puede preguntarse qué tiene de útil. El equipo encontró que en parejas jóvenes, la demora en la respuesta a los mensajes de WhatsApp suele dar origen a situaciones de violencia, lo que derivó en detectar escenarios de algo tan relevante como violencia de género.
–En su plataforma propone ampliar las becas posdoctorales a 3 años y que se reserve el 25 por ciento de todas las convocatorias para el área de Ciencias Sociales y Humanidades. ¿Qué otras propuestas llevará al directorio si es electo?
–La idea es llevar la voz de quienes hacemos el oficio de investigar, que es fundamental para que el directorio pueda tomar políticas, por ejemplo, frente al absurdo control de presentismo que promueve el Ministerio de Modernización. Cualquiera que conoce el oficio sabe que un historiador cuando está trabajando está en el archivo, o alguien que hace etnografía está en el campo. El presentismo y el exigir cumplir un horario de oficina en este caso no es algo que promueve la productividad, sino que atenta contra ella. Es importante reconocernos como trabajadores, como parte de un oficio que tiene sus particularidades. Hay que recuperar la dirección política del Conicet con una mirada desde el oficio y enfrentar los poderes que tienen un criterio puramente mercantil, que atentan contra la propia eficacia, eficiencia y calidad de nuestro trabajo.
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