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Un enemigo muy dulce y a veces oculto

Hay casi dos millones de diabéticos en el país y más de 300.000 de ellos lo ignoran
El 7 por ciento de los casos de ceguera en la Argentina son consecuencia de la diabetes tipo II, la que se desarrolla en adultos mayores. Las afecciones en la visión son el aspecto de la diabetes menos conocido por la población en general.
Tratadas a tiempo, las afecciones visuales provocadas por la diabetes pueden controlarse.
Tratadas a tiempo, las afecciones visuales provocadas por la diabetes pueden controlarse. 
Imagen: NA
En el mundo hay unos 400 millones de diabéticos y se calcula que en el año 2013 (el último del que se tienen datos fehacientes) murieron más de 5 millones de personas por esta enfermedad (una cada 6 segundos). Se estima que en Argentina hay casi 2 millones de personas que padecen diabetes aunque 300.000 de ellas no lo sepan; el 35 por ciento de los pacientes dializados, el 13 por ciento de los infartos de miocardio y el 7 por ciento de los casos de ceguera se deben a esta afección. Las complicaciones de la visión son uno de los aspectos menos difundidos de esta enfermedad, por lo cual las consultas específicas se hacen muchas veces cuando ya es tarde, lo cual dificulta o directamente impide revertir el cuadro.
La diabetes es una enfermedad que se presenta cuando el nivel de glucosa (azúcar) en la sangre es demasiado alto. La insulina, una hormona que produce el páncreas, ayuda a que la glucosa de los alimentos ingrese en las células para que pueda usarse como energía. Algunas veces, el cuerpo no produce suficiente o no produce nada de insulina o no la usa adecuadamente y la glucosa se queda en la sangre y no llega a las células.
Con el tiempo, el exceso de glucosa en la sangre puede causar problemas de salud. Aunque la diabetes no tiene cura, la persona con diabetes puede tomar medidas para controlar su enfermedad y mantenerse sana.
El oftalmólogo Omar López Mato, director del Instituto de la Visión, explicó: “Uno de cada tres diabéticos verá comprometida su retina. De todos ellos, una tercera parte tendrá una retinopatía no proliferante y uno de cada diez tendrá la forma proliferativa (que es la forma clínica más severa). La diabetes es responsable del 7 por ciento de los casos de ceguera en el mundo, pero muchos más pueden sufrir distintos tipos de discapacidad. Y también es la causa más frecuente de ceguera en Occidente”.
López Mato es también escritor e investigador de historia y de arte y une varios de sus puntos de interés: “Hay referencias a la diabetes ya en la literatura hindú y en un papiro del 1500 antes de Cristo. Pero fue el griego Demetrio de Apamea el que la bautizó, con dos palabras griegas que significan ‘pasar’, ‘atravesar’, ya que una de las características de la diabetes es la micción frecuente, como si el líquido que bebe el diabético lo atravesara, no se le quedara en el cuerpo”.
Hay dos tipos de diabetes, la mellitus y la insípida. “La mellitus es aquella en la que la orina, con mucha azúcar, es dulce. En la insípida, la orina no tiene sabor. Se produce por la falta de hormona antidiurética y se orina tan abundantemente que provoca la muerte en horas por deshidratación.  Se llaman así porque antes no había otro método más que probar la orina para confirmar el diagnóstico”, relató el médico. La mellitus también abarca dos tipo, la I, la desarrollada por niños, y la II, la que aparece en la adultez, asociada con obesidad, sobrepeso, sedentarismo, tabaquismo, malos hábitos alimentarios. Los síntomas más comunes son sed, problemas de la visión, cansancio, hambre constante, micción frecuente.
“Los problemas de la visión son de dos tipos. El primero es que los vasos sanguíneos no retienen los líquidos y derraman sangre o plasma rico en colesterol, que se acumula en la parte central de la retina. Es el caso más frecuente en la diabetes tipo II. El otro mecanismo es el de la isquemia o falta de circulación,que se da predominantemente en los diabéticos juveniles (tipo I). Aquí se tapan los vasos y se genera una sustancia que intenta ‘cicatrizar’ las zonas de isquemia, estimulando la formación de neovasos (nuevos vasos que son más frágiles) y por lo tanto más proclives a las hemorragias, no solo en la retina sino sobre la retina y especialmente en la cavidad dentro del ojo”, describió Matos. 
Es imprescindible que desde el momento del diagnóstico se hagan controles oftalmológicos, con fondo de ojo y medición de la presión ocular: “Muchos de los casos que nos llegan son pacientes que no se cuidaron o no fueron derivados oportunamente al tratamiento para evitar las complicaciones más graves, como desprendimiento de retina o glaucoma. En los casos más avanzados no siempre llegan a la recuperación deseada, porque la evolución de la enfermedad puede haber deteriorado las delicadas estructuras oculares”, insistió Matos.

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